Optimismo

Por:Emilio Palacio
Algunos empresarios me han dicho estos días que la economía parece mostrar ciertos síntomas, débiles pero visibles, de mejoría. Varios creen incluso que en los próximos meses podría reducirse parcialmente el desempleo.

Si este optimismo se cumpliese, los importadores de bienes de consumo serán sin duda los más favorecidos. Fíjense en las ventas de automóviles o de teléfonos celulares, y la coincidencia de que estos días se hayan inaugurando casi media docena de centros comerciales gigantescos en distintas ciudades. Este es el sector ganador del último periodo. No es casual que precisamente en este grupo se encuentren varios de los mejores amigos millonarios del Gobierno.

Las ganancias de los banqueros también comienzan a recuperarse, no de manera espectacular, pero perder dinero sería mucho peor.

Más atrás se quedarán los que producen para el mercado nacional, que seguirán enfrentando la competencia de productos importados más baratos sin la posibilidad de mejorar su productividad con nuevas inversiones (excepción hecha de los sectores protegidos).

Las causas para esta buena noticia serían, en primer lugar, el acercamiento del Gobierno a los empresarios y a los banqueros, a los que les ha ofrecido morigerar su estatismo enfermizo, mientras le comienza a dar palo, en cambio, a los indios, a los obreros petroleros y a los movimientos sociales.

Luego, hay que mencionar el restablecimiento inminente de las relaciones diplomáticas con Colombia, saludable desde un punto de vista no solo político sino también comercial.

Además, las sonrisas a Estados Unidos (obligadas, pero sonrisas al fin) de Ricardo Patiño y su equipo de guerrilleros cocteleros, y la amigable respuesta del Departamento de Estado, que transmiten un mensaje tranquilizador a los inversionistas.

Y por último, la generosidad de la Comisión Técnica de Inversiones del IESS, presidida por Eva García, antigua funcionaria de la Cámara de Comercio de Guayaquil, socialista borjista después y ahora revolucionaria correísta. La economista García es la artífice de que la Revolución Ciudadana haya podido meterle la mano a las arcas de la seguridad social, aun a costa de poner en riesgo las jubilaciones de los asalariados.

Si bien me alegraría que la desazón económica de los últimos años pudiese amainar, tengo mis dudas. En primer lugar, porque así como no me gusta este Gobierno que primero quiso gobernar solo con los resentidos, tampoco me gustaron nunca los gobiernos que solo gobernaban con la empresa privada. Luego, porque si las previsiones de crecimiento económico realmente se cumpliesen, estas se apoyarán en el despilfarro del dinero del IESS, y eso alentará el consumo pero no creará una base productiva real. La amenaza, cuando eso ocurre, es que el crecimiento, si se produce, sea breve, desigual y no equitativo, y que quizás origine inflación.

Por último, es casi seguro que Correa utilizará a los empresarios como antes utilizó a los indios y a los sindicatos, pero solo mientras le sean útiles. Entonces, luego de exprimirlos, los arrojará al tacho de basura. Y entonces veremos.

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