Jerjes y el padre almeida

Recapitulemos algunos hechos recientes:
1) Lenin Moreno finalmente reconoció que nadie lo llamó para proponerle que asumiera el poder. Los supuestos conspiradores que lo quisieron tentar nunca existieron.

2) El “testigo protegido” al que Fidel Araujo supuestamente le ofreció dinero para que asesinara al Presidente de la República se retractó. Admitió que nunca en su vida vio a Araujo ni conversó con él.

3) El abogado de Araujo le pidió a su cliente que se presentara ante el juez que lleva su causa con un chaleco antibalas debajo de la camiseta. Los presentes debieron contener la risa al constatar la notable diferencia con el Araujo que mostraron los videos del 30 de septiembre.

4) Las balas que asesinaron a varios uniformados ese día desaparecieron de los cadáveres. Seguramente volverán a aparecer, pero ya no tendremos la seguridad de que sean las mismas. Las balas originales hubiesen permitido establecer quién las disparó, ya que cada arma de fuego deja una huella única e inconfundible en su munición.

5) Un video que difundió Teleamazonas revela que ese día la puerta del Hospital de la Policía que da al Regimiento Quito Nº 1 efectivamente se hallaba con candado, seguramente porque es una puerta que casi nunca se utiliza. Pero en las imágenes se aprecia también cómo el ex director del hospital ordena que abran la puerta y luego facilita el ingreso del Primer Mandatario.

6) Ahora sabemos que los primeros que minaron la hipótesis del supuesto intento de golpe no fue la oposición sino Doris Soliz, Vinicio Alvarado y Freddy Ehlers, la tarde de ese mismo 30 de septiembre. Alvarado puso énfasis en que todo se debió a un reclamo de los policías que de ningún modo amenazó la estabilidad democrática, y Ehlers en que el Presidente nunca dejó de gobernar el país desde su habitación en el hospital.

Dicen las crónicas que cuando Jerjes ordenó cruzar el estrecho de los Dardanelos para atacar a los griegos, las olas embravecidas amenazaron con hundir las naves persas. Jerjes, furioso, mandó entonces a sus soldados a que dieran de correazos al mar para que no lo contradijera. En pleno siglo XXI, los líderes de la Revolución Ciudadana quieren emplear el mismo método para impedir que la teoría del complot se derrumbe. El sábado de la semana pasada, el Presidente de la República no solo insultó al Director del Hospital de Policía por contradecirlo, sino que volvió a desafiar a la tropa: “Que vengan [los policías] … Ahora sí que vengan. Esperen unos meses a que se me arregle la rodilla y que venga ese cobarde que me quiso quitar la máscara”.

¿Qué podría ocurrir si a ese hombre de uniforme se le ocurriese aceptar el desafío? ¿Veremos de nuevo al Presidente, arremangándose la camisa y ahora, además, dándose de puñetes con un cabo o un sargento ante las cámaras de televisión para que el mundo lo observe?

Esa actitud inmadura y temperamental fue la que provocó, el 30 de septiembre, la crisis policial más grave de nuestra historia y dejó un saldo trágico de varios ciudadanos muertos.

¿Hasta cuándo, padre Almeida? Hasta la vuelta, Señor.
Tomado de El Universo, colocado con autorización del autor
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