En Guayaquil, cerca de 1.500 jóvenes prometieron castidad

En Guayaquil, cerca de 1.500 jóvenes prometieron castidad
Publicado el: 19/09/2011
Adolescentes de distintos movimientos, agrupaciones y organizaciones de la ciudad acudieron a la cita que busca enseñar a los creyentes el significado del amor verdadero que promueve la Iglesia Universal.

Jóvenes con un desfile de prendas blancas llenaron la Catedral metropolitana poco antes de las 19:00 del viernes último. Algunos aún vestían uniformes colegiales; otros, un tanto irreverentes, con gorras al interior del templo, pero todos estaban en la casa de Dios para prometer al Altísimo mantener "el cuerpo y espíritu en castidad".

Lo ceremonial se mezcló espontáneamente con la actitud juvenil y despreocupada. La masiva asistencia al acto no incomodó a los adolescentes, quienes -al percatarse de la falta de asientos- se sentaron en el suelo de la iglesia porteña, en medio del murmullo y una dosis de cuchicheo.

Sin embargo, cuando la música sacra y las campanillas se hicieron escuchar, anunciando la llegada del arzobispo de la ciudad, Antonio Arregui Yarza, el silencio volvió a la casa de Dios mientras una pequeña procesión, presidida por la imagen de María, avanzó hasta el altar en medio de las bancas del templo.

Alfredo Bustamante, guía turístico de un hotel de la urbe, se molestó cuando ingresó con un grupo de turistas italianos. "Quería enseñarles nuestra arquitectura...", manifestaba disculpándose porque "con tanta gente es imposible ver bien la Catedral"; pero cuál sería su sorpresa al enterarse de que los europeos a los que acompañaba querían permanecer en el templo para participar de la ceremonia religiosa.

Cerca a ellos se encontraban Wilson Ortega e Isabel Reina. Quienes repetían oraciones en medio de un cariñoso abrazo. Llevan 3 años como enamorados y esta es la segunda ocasión que asisten a participar de la promesa, a renovar votos.

"No es difícil aprender a vivir sin la sexualidad, creo que el amor es más puro cuando uno no cae en el pecado... Lo que me interesa es el ser humano que tengo a mi lado, no me interesa su cuerpo", asegura Reina, de 19 años.

Ortega, quien parece introvertido, cree que la promesa no es simbólica. "Uno no viene acá por un mero acto... Vengo porque estoy convencido de que si entrego mi cuerpo a 9 mujeres antes de mi matrimonio, seré 9 veces menos hombre para la mujer con la que pasaré el resto de mi vida".

Aunque el evento estaba dirigido hacia los jóvenes católicos de la ciudad muchos padres de familia asistieron a la ceremonia.

William Ochoa, confesó que "aún después de 17 años de matrimonio sigue siendo casto... Claro, ahora tiene otro sentido; significa ser fiel a la pareja que el Señor me entregó hace tantos años en el altar".

En la calle Chimborazo, afuera del templo metropolitano, Jorge Villamar fumaba un cigarrillo. Vestía bluyín roto a la altura de las rodillas y el constante resonar de uno de sus pies contra la acera revelaba que esperaba a alguien. "Mi hermana vino a la promesa... Yo no creo en Dios, pero me parece bueno que ella participe en estos eventos... Los jóvenes de hoy los necesitan, hay muchos embarazos prematuros y depravación... De una u otra forma la Iglesia ayuda", admitía el existencialista, de 25 años.

A pesar del calor en la Catedral, los presentes no parecían sofocados. "Sí, prometo", se escuchó como respuesta coreada a cada pregunta hecha por el también presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.

Después del acto religioso, cerca de 1.500 personas abandonaron el templo esperando "no fallarle a Dios".

Andersson Boscán Pico - Redacción Guayaquil
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