Espejo de la realidad

Las ochenta sillas de la Sala de lo Penal de la Corte Nacional de Justicia en las que se llevó a cabo (el miércoles pasado) la audiencia de casación en el juicio que el presidente sigue contra el diario El Universo, estaban ocupadas por altos funcionarios y exfuncionarios del Gobierno, así como por entusiastas y bullangueros integrantes del partido oficial; el entrar y salir del presidente de la República con su séquito; la "quema" de ejemplares de varios periódicos al más puro estilo nazista; la lectura del veredicto cuyo texto era ya conocido por casi todos los presentes hecha por el doctor Wilson Merino, vocero, al parecer del Tribunal que estuvo integrado además por Jorge Blum y Paúl Íñiguez; los abrazos y parabienes de la mayoría de asistentes y el ajetreo del reparto de los "boletines de prensa" elaborados sobre la marcha por los funcionarios de la Secretaría de Información; las exultantes ruedas de prensa con que culminó una audiencia de 14 horas o más de duración, fueron la imagen de una administración de justicia dócilmente independiente del Ejecutivo.

Y esto sucedió mientras en Milán la policía italiana investiga y descubre el tráfico de drogas valiéndose de la valija diplomática, llenando de vergüenza al país, en tanto que nuestra Cancillería explica, deportivamente, que la policía de Italia no acusa a funcionarios ecuatorianos, pero que, por si acaso, están también investigando en Quito.

Por hechos como estos, los ecuatorianos están llenos de vergüenza; pero lo que acontece es un espejo de la realidad política del país. Los que gozan ahora de la pitanza del poder parece que creen que no se va a terminar. ¡Qué engañados están! Pronto tendrán que salir de los cargos y rendir cuentas. Como todas las autoridades, especialmente las que ocupan altas cúpulas, deben hacerlo.

Da la impresión de que quienes así actúan creen que Ecuador es una isla, que no forma parte de la comunidad internacional, que tiene los ojos puestos en nuestro país y ya lo han clasificado y, sobre todo, calificado en términos que duelen, que hieren. La situación actual no puede continuar.
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