El viacrucis del crimen organizado comienza

El viacrucis del crimen organizado comienza
Publicado el: 04/04/2024
OPINIÓN | Por: Crnl. Mario Pazmiño

Los éxitos iniciales del Gobierno y las Fuerzas Armadas, luego de la declaratoria de conflicto armado interno, para desarticular y frenar los altos niveles de violencia provocados por las organizaciones de delincuencia organizada, mal llamadas terroristas, es algo que no se puede dejar de reconocer. Las fuerzas de seguridad estatales, durante los primeros 15 días, lograron rápidamente tomar el control de todos los centros carcelarios, además de ejecutar miles de operativos en diferentes santuarios para neutralizar a los cabecillas de las 22 organizaciones que ponían en zozobra a la población ecuatoriana.

La estrategia institucional consistió en atacar a los tres centros de gravedad de esta guerra interna: el primero fue el sistema carcelario, desde donde se controlaba y ordenaban las acciones delictivas en las diferentes ciudades del país; el segundo fue el ataque a la economía ilegal del crimen organizado y, el tercero, destapar la cloaca de podredumbre de la narcojusticia y narcopolítica ecuatoriana.

Las victorias iniciales generaron en las autoridades un triunfalismo, que se contagió rápidamente en la población, que comenzó a percibir una relativa tranquilidad.

Pero ¿qué pasaba al interior de las estructuras delictivas? La arremetida estatal afectó sus centros de dirección y control, sus santuarios fueron vulnerados, una parte de sus finanzas capturadas, algunos de sus integrantes detenidos. Sin embargo, algunos de sus líderes lograron ponerse rápidamente a buen recaudo, al fugarse de los diferentes centros carcelarios. Perdieron una batalla inicial, pero no la guerra.

Las estructuras delictivas mutaron rápidamente a una organización celular clandestina, mientras esperaban que el triunfalismo gubernamental y ciudadano relaje las medidas de seguridad y los operativos. En ese período, sin duda, analizaron las acciones del Estado y sus fuerzas de seguridad, vieron sus deficiencias para diversificar sus acciones delictivas. Observaron que las fuerzas del orden tenían deficiencias, que se reflejaban en la falta de recursos económicos y de equipamiento, que estaban siendo saturadas con varias misiones a la vez, que se fragmentaba su capacidad de reacción y de empleo, que no tenían una cobertura legal.

Con los operativos más relajados y la sociedad de vuelta a su rutina se han dado las condiciones para cobrar cuentas. Y las organizaciones delictivas querrán provocar un viacrucis para demostrarle al Estado y a la sociedad que el crimen organizado llegó al país para quedarse.

Las fallas de la estrategia gubernamental fueron advertidas. Se anticipó que habría retaliaciones o coletazos, que el sistema de inteligencia nacional debía adelantarse a los acontecimientos y no reaccionar cuando reinicie el pánico social. Se dijo que era necesario aplicar la estrategia en territorio de presencia disuasiva permanente...

La guerra contra el crimen organizado es la más difícil de ejecutar, porque es un enemigo que se fragmenta y se recompone, que no tiene principios y tiene la iniciativa operativa. Es un enemigo que emplea acciones de terrorismo urbano, para controlar a la sociedad con el terror.

El incremento de extorsiones o vacunas, secuestros, muertes violentas, sicariato y, últimamente, mítines carcelarios, obliga en forma urgente a corregir nuestras deficiencias operativas.

No todo está perdido ni tampoco podemos como sociedad ser derrotistas. Una segunda batalla para conseguir la tranquilidad y la paz en nuestro país inicia y todos tenemos la responsabilidad patriótica de convertirnos en soldados en este conflicto armado interno.


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