El verdadero legado de Rafael Correa

El verdadero legado de Rafael Correa
Publicado el: 28/01/2017
Rafael Correa llegó al poder gracias a los medios de comunicación. Varios de los más importantes comunicadores del país lo apadrinaron en su camino a la Presidencia de Ecuador, sin imaginar siquiera que, diez años después, serían los principales damnificados de su proyecto político “revolucionario”. Y es que, pese a ciertas preocupaciones iniciales, nadie vislumbraba que ese 15 de enero del 2007 se iniciaba un camino de restricciones a las libertades de expresión y de prensa, llevando a cabo cuanta acción fuera posible, incluso al margen de la ley. Han transcurrido ya diez años. Correa ha decidido no continuar en el poder, pero su paso por la presidencia deja como herencia, agresiones, censura e impunidad, respecto de las libertades de expresión y prensa.

Esta no es una afirmación subjetiva. Las cifras lo demuestran. Cerca de 2.100 agresiones contra ciudadanos, periodistas y medios han tenido lugar en esta década. El deterioro ha sido progresivo. Para el 2008 reportamos 22 casos. En el 2016 fueron 491. Lo que inicialmente era impedimentos de cobertura y discurso estigmatizante pasó a la violencia física, a las amenazas de muerte y a la desaparición de medios de comunicación. Esto sin contar los asesinatos de periodistas como Fausto Valdiviezo, Luis ‘Noro’ Ruiz o Byron Baldeón, que hasta el momento se encuentran en la impunidad.

Los casos emblemáticos son varios. Los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita fueron enjuiciados por el presidente por publicar una investigación sobre los contratos que tenía su hermano con el Estado. Condenados por causarle un daño espiritual, se les exigía el pago de 2 millones de dólares. El diario “El Universo”, sus propietarios y su editor de opinión fueron condenados a tres años de prisión y al pago de 40 millones de dólares por injurias al presidente. Francisco Endara fue condenado a 18 meses de prisión por aplaudir en una protesta que, a criterio de las autoridades, era un acto de sabotaje y terrorismo. Y como ellos hay muchos más.

Pero como la estigmatización y la persecución judicial no eran suficientes, en junio del 2013 se aprobó la Ley Orgánica de Comunicación. Aunque se dijo que con ella se buscaba democratizar la comunicación, una vez más las cifras demuestran lo contrario. Son más de 1.000 los procesos que ha sustentado el “tribunal de inquisición” de la Superintendencia de la Información y Comunicación, de los cuales más del 95% ha sido contra medios privados. Decisiones tan ridículas como aquellas que ordenan la rectificación de una caricatura, califican de discriminatorio a un chiste sobre chinos, o determinan el linchamiento mediático a cargo de un títere, son el “pan de cada día” de la denominada Supercom. Y claro, nos decían que en la ley ningún artículo permitía el cierre de un medio, ¿pero cuál es la consecuencia obvia si a una radio se le multa pecuniariamente en más de diez ocasiones, por un monto que ya supera los 40 mil dólares?

Finalmente, por sobre todos los datos, destaca uno en particular. El principal agresor contra ciudadanos, periodistas y medios ha sido Rafael Correa. Quien está obligado constitucionalmente a garantizar los derechos resulta ser su principal transgresor. ¿No fue Correa quien calificó de “primitivismo, falta de ética, corrupción y deshonestidad” a la acción de un medio peruano de repudiar una visita y declararlo persona no grata para la prensa?

¿El legado de Correa? Insultos, descalificaciones, procesos, una ley censuradora y un ambiente hostil en el que incluso hay ciudadanos que se creen con derecho de agredir a otros por el único hecho de pensar distinto.

Por: Mauricio Alarcón

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