Carteles del crimen organizado se benefician con la desestabilización en Ecuador y América Latina

Carteles del crimen organizado se benefician con la desestabilización en Ecuador y América Latina
Publicado el: 18/12/2019
Por: Mario R. Pazmiño Silva.

La inequidad y la pobreza constituyen los elementos transversales en el proceso de desestabilización regional. Estos se potencializan con la corrupción, el narcotráfico, el crimen organizado y las migraciones no controladas, que constituyen factores y amenazas que no han podido ser erradicadas por los gobiernos latinoamericanos, existiendo una crisis que no solo es política sino también socioeconómica, reflejada en la desatención de los gobiernos a las necesidades

Si bien fue en Brasil donde comenzó el proceso de agitación social y desestabilización regional, Ecuador provocó el efecto dominó para América Latina. La protesta que comenzó con una paralización del transporte y, que luego se transformó en paro nacional del movimiento indígena con acciones vandálicas y de terrorismo urbano, fue rápidamente copiada y amplificada en los diferentes países. El pueblo exigió que se gobierne no para un grupo minoritario sino para todos los ciudadanos. Quedó en claro que los partidos políticos, así como las ideologías de izquierda y derecha no interpretaron, el sentir de la sociedad. Han fracasado.

En este escenario de inequidad y desatención surgen algunos actores externos e internos que vienen trabajando desde mucho tiempo atrás con el objetivo de reconquistar los espacios de poder perdidos, conspirando en contra de los gobiernos democráticos de la región y beneficiándose de la desestabilización.

Hay un actor importante. El gobierno cubano ha sobrevivido por más de seis décadas generando la convulsión e inestabilidad en América Latina; especialmente, la posibilidad de apoyar la toma del poder a un grupo o partido de izquierda es prioritario para su subsistencia. ¿Por qué? Así pueden persistir programas como las brigadas médicas, educativas, deportivas y asesoramiento militares que le generan grandes cantidades de recursos económicos y una dependencia político ideológica del gobierno títere.

El gobierno venezolano, afectado por una gravísima crisis social, económica, política y de seguridad, y con falta de apoyo y respaldo latinoamericano a su narco-dictadura, infiltra a delincuentes salidos de los centros carcelarios, para afectar los países de acogida del flujo migratorio. Su objetivo es convulsionar la región para aliviar la presión internacional sobre las constantes denuncias de violaciones de derechos humanos, trasladando el problema hacia los gobiernos regionales. Y, por otro lado, le permite ganar tiempo para prepararse ante una posible acción militar del TIAR o de los EE.UU.

En el caso ecuatoriano, el expresidente Rafael Correa siempre supo que esta crisis económica amenazaba al próximo gobierno por la grave corrupción de su administración y la falta de criterio en el manejo de las financias públicas, es por eso que buscó a alguien que le cubra la espalda para salir bien librado de las acciones legales que se venían venir, por eso huyó al extranjero.

Correa blindó el gobierno de Moreno con una burbuja burocrática fiel a su causa por los favores recibidos durante una década de latrocinio. Su cálculo político fracasó porque Lenín Moreno rompió ese cordón umbilical que, desde que fue electo con el apoyo de Correa, lo venía apretando el cuello. Generar la desestabilización al gobierno de Moreno fue para Correa y sus seguidores un ajuste de cuentas con quien consideraron un traidor al proceso de la revolución ciudadana.

En este contexto regional, grupos de narcotráfico internacionales como el de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Cartel del Golfo, La Mafia Albanesa, el Cartel de los Soles, se benefician directamente del proceso de desestabilización porque la Fuerza Pública de cada país está empeñada y distraída tratando de controlar los excesivos focos de agitación que se presentaban con características de terrorismo o sedición urbana, lo que les permitía seguir traqueteando con libertad y sin mayor control.

La desatención social constituye el caldo de cultivo para desafiar y desconocer la democracia y la ruptura del Estado de derecho desencadenando un efecto dominó similar a lo que ocurrió en Oriente Medio, con la denominada "Primavera Árabe".

Los países de América Latina no van a poder solucionar este proceso de desestabilización individualmente. Tienen que hacerlo en forma conjunta y con cooperación internacional, recordando que la inequidad y la pobreza estarán presentes sin importar ideologías ni partidos políticos.

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