Beneficiarios

Beneficiarios
Publicado el: 06/08/2012
Recién comienza el proceso electoral y ya despide un insoportable olor a podrido. La desconfianza se ha instalado desde el primer momento y seguramente será imposible erradicarla a lo largo de una campaña que se anuncia dura y agresiva. Desconfianza en las organizaciones políticas, viejas y nuevas, que debieron acudir a la compra mañosa de firmas porque no tienen capacidad para conseguirlas. Desconfianza en las autoridades electorales que dejaron pasar todas las irregularidades como si con ellas no fuera la cosa. Desconfianza en la limpieza en el proceso electoral en su conjunto, porque es evidente que ahí hay una metida de mano. Desconfianza que alimenta las sospechas de manipulación y de fraude que ya venían desde la conformación del Consejo Electoral con funcionarios gubernamentales y desde el veto al Código de la Democracia con sus limitaciones a la información que pueden recibir los electores. Desconfianza en una campaña que comienza con la incautación de los equipos de una revista que se ha caracterizado por hacer periodismo investigativo y, por lo tanto, crítico.

A esta altura poco importa saber quiénes fueron los autores de la masiva utilización de bases de datos y de la suplantación de identidades. Eso podrá ser necesario para establecer unas sanciones que nunca llegarán o que se aplicarán a medias, pero que en nada ayudará a garantizar la limpieza de las elecciones. Estas llevarán indeleblemente la marca de la ilegitimidad de su origen. Se ha oído decir, en descargo de quienes no actuaron a tiempo, que apenas son unos pocos miles de firmas. Pero el problema no está en la cantidad sino en el carácter corrupto del acto (e incluso, si fuera de cantidad, habría que considerar que se ha rechazado el 48% de las firmas presentadas por todos los partidos). La inseguridad será la marca de todo el proceso, e incluso podrá dar lugar a que cualquier persona, grupo o colectivo, como dice el texto constitucional, se acoja al derecho a la resistencia y desconozca lo que provenga de allí.

Siguiendo el esquema de la novela negra (así se llama, no es racismo, en un género literario), más importante que encontrar a los culpables es identificar a quien se beneficia con esto. Obviamente, no serán los partidos y movimientos que compraron las bases de datos, porque ellos aparecen como los primeros tramposos. Ni siquiera será el movimiento Alianza PAIS, porque con el 32% de firmas anuladas (que rebasa largamente el margen de error del 5% definido con rigor académico por el líder) se necesitará ser muy caradura para señalar con el dedo a los otros. En síntesis, ninguna organización política podrá sacar provecho de una situación como esta, porque en el fondo se trata de un cañonazo a la política, a la actividad organizada, a la participación ciudadana.

Lo sucedido solamente puede abonar el terreno de la antipolítica, que viene siendo cuidadosamente regado desde hace más de una década y que es tremendamente fértil para que florezcan y crezcan los caudillismos y los mesianismos. Por ahí deben estar los beneficiarios.
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