Pese a crisis en España, inmigrantes ecuatorianos se resisten a regresar

Miriam Pérez acumula tres años dedicada a realizar trabajos esporádicos en el sector de la limpieza.

Desde que estalló la crisis en España las posibilidades de hallar un empleo estable se han esfumado.

Pero no se plantea volver a Ecuador. Salió de su Ambato natal hace más de una década, dejó cinco años de su vida en los campos agrícolas de Murcia y hoy llega a fin de mes con menos de 400 euros en el bolsillo.

Cuando arribó al país europeo tenía la intención de ahorrar durante algún tiempo y retornar. “Me fui quedando, me fui quedando y pese a las dificultades no quiero regresar por la inseguridad que hay en Ecuador. Vivir sin ese miedo es lo que más valoro de estar aquí con mis hijos”, comenta.

Es un hecho que la población ecuatoriana afincada en la Península se ha reducido en los últimos años pero en el colectivo de connacionales también existe un grupo importante que tiene intención de seguir instalado en tierras ibéricas. Es lo que refleja el informe “Claves de la integración de las personas inmigrantes en España 2013”.

Para el estudio se realizaron 2.349 entrevistas, 222 a ecuatorianos. El cuestionario se estructuró en 14 temas y se efectuaron 47 preguntas.

La mitad de los compatriotas consultados respondió que pretendía quedarse de manera definitiva. Apenas un 9,1% planeaba volver próximamente y un 31,8% quería intentar ahorrar durante un tiempo más antes de emprender el viaje de vuelta.

Respecto a las expectativas que depositaron al mudarse a España, cuatro de cada diez cree que se han cumplido y más de la mitad opina que a medias o casi nada. Cerca del 60% considera que las condiciones laborales de los trabajadores extranjeros respecto de las de los españoles son peores. El paro, la calidad del empleo y la vivienda son las tres cuestiones que más les preocupan.

La investigación confirma, además, el descenso de los flujos migratorios procedentes de otras latitudes. En el caso de los ecuatorianos, siete de cada diez aseguró llevar en España entre seis y 20 años. Y sobran los dedos de una mano para contabilizar los que respondieron entre uno y cinco años.
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