Los Humpty Dumpties

En una fábula de Lewis Carroll el huevito Humpty Dumpty le dice a Alicia: “cuando yo uso una palabra, quiere decir que yo decido lo que diga”. hoy el liderazgo de Latinoamérica parece estar plagado de Humpty Dumpties que nos han llevado a una Torre de Babel donde personajes tan disímiles como Nicolás Maduro, Juan Manuel Santos, Sebastián Piñera, entre otros, utilizan los mismos términos pero con significados distintos. Al final del día, lo que han logrado es vaciar de contenido términos como “democracia”, “libertad”, “paz”.

Por eso es que casi todos los gobiernos de la región –salvo Panamá y Paraguay– han reconocido el supuesto triunfo de Nicolás Maduro casi sin sonrojarse. La cancillería de Chile dijo que felicitaba al pueblo venezolano por “un ejercicio democrático que se ha desarrollado con tranquilidad”. La de México elogió el hecho de que el supuesto triunfo se dio “en un reconocido ambiente de paz”. A vísperas de la oleada de violencia política que se desató en Venezuela esta semana, Evo Morales dijo que había “triunfado la democracia en Venezuela”.

Luego José Miguel Insulza de la OEA le deseó éxito a Nicolás Maduro diciendo que la OEA siempre ha respetado las decisiones de los órganos internos constitucionales de los países miembros. Esto resulta tremendamente extraño viniendo de la misma persona que en 2009 desconoció las decisiones de los órganos internos constitucionales de Honduras. Pareciera que para el Sr. Insulza y los demás gobiernos que han sido así de incoherentes, se consideran “constitucionales” los órganos internos de un país solamente cuando NO gozan de independencia del Ejecutivo, lo cual constituye una evidente perversión del significado relevante de esa palabra. El constitucionalismo irrumpió en la historia como un mecanismo para limitar el poder absoluto. Pero hoy se lo ha vaciado de contenido y hay quienes lo utilizan precisamente para lo contrario, para defender a quienes abusan de su poder y erosionan la separación de poderes. Por ejemplo, ¿cómo podemos hablar de organismos constitucionales en Venezuela cuando su Tribunal Supremo de Justicia hace acrobacias jurídicas para posesionar a un presidente sin que este se presente, y después nuevamente para decir que un recuento manual de votos es “imposible”?

Esto recuerda el “neolenguaje” descrito por George Orwell en su novela 1984. Orwell explicaba que a los gobiernos totalitarios el lenguaje de significados precisos y consistentes llegaba a resultarles incómodo. Por esta razón se inventaban palabras nuevas, se suprimían significados considerados “disidentes”, y se reducía el vocabulario. “El neolenguaje era entendido no para extender sino para disminuir las posibilidades del pensamiento”, decía Orwell. Esto lo escribió para describir lo que había sucedido con regímenes totalitarios como el de Hitler y el de Stalin, quienes a la guerra le decían paz; a la opresión, libertad; al exterminio, solución; a la invasión, liberación.

Por eso es tremendamente importante llamar al pan pan, y al vino vino. El día domingo 14 de abril Nicolás Maduro lideró un golpe institucional en Venezuela y ahora preside un gobierno ilegítimo. La gran miseria es que esto se ha dado con la venia de prácticamente todos los gobiernos de la región, incluyendo gobiernos de países que conocen en carne propia lo que es la verdadera institucionalidad democrática, y lo que su ausencia implica.
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