La hipocresía ambientalista

Con la revolución llegaron al poder autoproclamados defensores de la madre tierra. El país no olvida la savia de Eduardo Galeano, celebrando el reconocimiento de los derechos de la naturaleza: “Y quizás hasta Dios escuche la llamada que suena desde este país andino, y agregue el undécimo mandamiento que se le había olvidado en las instrucciones que nos dio desde el monte Sinaí: ‘Amarás a la naturaleza, de la que formas parte’”. Pero, la festividad de la Pacha Mama, hasta alcanzar el buen vivir, va dejando entre Montecristi y el monte Sinaí, un Yasuní de hipocresía.

En el mapa extractivo ya no existe el ITT. El juego del gobierno y las transnacionales petroleras, ha quedado al descubierto con la tzantzificación (reducción) del ITT a TT (Tambococha-Tiputini), el proteccionismo solo cubriría a Ishpingo dentro de la zona intangible. Luego de reconocer el fracaso, iniciará la explotación por Tiputini. Así, el proyecto Yasuní-ITT va dejando una verdad con tufo a engaño y una millonaria factura por pasajes VIP, foros, propaganda, toneladas de papel, pájaros sin nido, cadenas televisivas, aplausos. En decenas de viajes, varios políglotas ambientales ilustrados en Discovery Chanel, han recorrido el mundo hablando del peligro del Yasuní. Durante el periplo, la generosidad internacional ha comprometido 35 millones de dólares, el 1 por mil de 3.500 millones requeridos. El fracaso de la iniciativa es inminente por sus grotescas contradicciones. ¿Quién arriesgará 3.500 millones de dólares, si el gobierno impulsa la Refinería del Pacífico atada al ITT? Si sellan pactos en Beijing comprometiendo petróleo del Yasuní. Si en la renegociación con Petroriental, cual salto de dragón, extienden el mapa de la empresa china hasta colindar con Tiputini. Si por la zurda deliran a favor de los no contactados y por la otra contactan la provisión de tubería para el Bloque 31 en Yasuní. Si mientras se reúnen con DiCaprio, Brat Pitt y Angelina Jolie, protegen el ingreso de Ecuavital al campo Armadillo, del cual apenas queda un charango para entonar la vasija de barro. Si ejecutan los estudios de impacto ambiental, línea base, licenciamiento ambiental y acuerdos con comunidades del Tiputini ofreciendo espejitos: hospital, aeropuerto, cancha de fútbol y el cambio de la cabecera cantonal.

Si el Presidente estuviera comprometido con los derechos de la naturaleza, con los pueblos en aislamiento, y con la lucha contra el calentamiento global, no requeriría mendigar caridad internacional, solo respetar la Constitución que él mismo impulsó, la cual en los artículos 57 y 407, prohíbe explotar petróleo en áreas protegidas y en territorios indígenas. La explotación del TT busca resolver el hundimiento económico del gobierno, silenciando las voces de los seres del Yasuní, amenaza con el genocidio de los Waorani: los Tagaeri y Taromenane, pone fin al simulacro ambientalista de la Constitución, y muestra la hipocresía de quienes lloran por el Yasuní sentados en sillas de cedro amazónico.

Los planes A y B del ITT, son variantes de un mismo modelo de instrumentalización de la naturaleza: uno como promoción del extractivismo-rentista, bajo el discurso del desarrollo; y otro bajo la cobertura de servicios ambientales, para compensar las culpas del calentamiento global. Estamos ante un debate civilizatorio de cara al futuro. Me contó el chontaduro, hermano del paujil, primo de los wao, hijo del río Napo, que los seres del bosque son tiernos como el árbol de sándalo que perfuma hasta el hacha que lo hiere, pero jamás perdonan el engaño.



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