Correa fue a misa y ordenó que se detenga a una ciudadana

Correa fue a misa y ordenó que se detenga a una ciudadana
Publicado el: 02/10/2011
Un año después de la revuelta policial, el presidente Rafael Correa reconoció que el Gobierno no tiene suficientes pruebas para presentar nuevas denuncias por el caso 30-S.

"No tenemos suficientes pruebas duras, sí tenemos datos, como el conocimiento de que existieron reuniones previas de grupos opositores". Lo dijo en una entrevista que concedió, desde las 08:00, a Radio Pública. El mandatario mencionó a Lucio Gutiérrez, Galo Lara y Fidel Araujo (PSP), y a Luis Villacís (MPD) como posibles incitadores. "Se reunieron en el valle (sector cercano a Quito) y tenemos algunos testimonios que corroboran esa información", dijo.

Pero no puede probarlo en un proceso judicial. "Todo el mundo tiene claro lo que pasó el 30-S, pero lo que no se han establecido son todas las responsabilidades". Por eso agradeció el esfuerzo hecho por el exfiscal Washington Pesántez. "Pero no se hizo lo suficiente".

Esta entrevista fue la primera actividad del presidente de la República en el primer aniversario del 30 de septiembre. A las 10:13, entró apresurado a la Catedral Metropolitana, en el centro de la capital. Llegó atrasado a la misa en honor a los muertos en la acción de ese día.

Correa lucía un elegante terno negro, con camisa blanca y bordados negros.

En el interior de la iglesia lo esperaban casi todos sus ministros: para ellos se reservaron las bancas de las siete primeras filas. También estaban (mezclados entre la multitud) los familiares de las cinco víctimas que dejó la revuelta policial.

René Coba, vicario de la Arquidiócesis de Quito, celebró la misa en la cual el presidente permaneció, casi todo el tiempo, con los brazos cruzados sobre el pecho. Así escuchó el llamado que el sacerdote hizo "a la paz social y al diálogo como actitud fundamental (…). Pedimos a todos los sectores que lejos de imponer decisiones se abran auténticos procesos de diálogo que lleven a una convivencia constructiva".

Correa lo escuchó sin inmutarse. En cambio se lo vio pensativo cuando estuvo de rodillas para orar. Tenía el mentón apoyado en sus manos y los ojos cerrados. Fue el último en incorporarse. A su lado, Fernando Cordero, presidente de la Asamblea; José Serrano, ministro del Interior, y Gustavo Jalkh, secretario particular del presidente, esperaban de pie.

Los familiares de Darwin Panchi, Jacinto Cortés, Efrén Calderón, Froilán Jiménez y Juan Pablo Bolaños pudieron acercarse para darle el saludo de la paz. Allí también estuvo Julio Flores, herido durante el operativo de rescate. Él fue uno de los primeros en recibir el abrazo de Correa.

Poco duró, sin embargo, el llamado a la paz social que hizo monseñor Coba. Al salir de la Catedral, el presidente ordenó a su seguridad la detención de una mujer que, presuntamente, le dirigió fuertes palabras. Ella vestía de verde y, según los testigos, le dijo "corrupto" y "ratero".

Los guardaespaldas del presidente Correa la llevaron al Palacio de Carondelet donde permaneció durante unos 20 minutos. Allí conversó con personal de la casa militar. Únicamente los periodistas del diario estatal El Ciudadano tuvieron acceso a la detenida.

Extrañamente, nadie en la Secretaría de Comunicación pudo confirmar la identidad de la mujer. La explicación oficial fue que había sido retenida, no detenida. Ella salió en un carro blindado sin placas que, según miembros de la Secretaría, la dejó en la Plaza del Teatro, a pocas cuadras de la Presidencia de la República.

Todo eso mientras los funcionarios del Palacio se alistaban también para asistir a la concentración en la Shyris. El mandatario se unió al evento, organizado por el movimiento PAIS, a las 17:20.

Ivonne Gaibor Flor, Redacción Quito
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