Luego de una semana

En nuestras mentes, las imágenes son duras, tristes, lamentables. Y para que nunca más suceda, saquemos las lecciones relevantes.

1) Bajo ninguna circunstancia se puede aceptar que Policía o Fuerzas Armadas se subleven para reivindicar sus derechos (o cualquiera otra razón). Tienen un mandato especial de la sociedad (la posibilidad de usar la fuerza) y lo deben respetar sometiéndose en todo momento al poder civil. Lo sucedido es inaceptable y debe ser sancionado.

2) La primera obligación del Gobierno (antes que construir carreteras o brindar servicios) es mantener la paz y la unidad nacional. La manera como se manejó el problema policial fue exactamente la antípoda de este precepto. El Gobierno echó leña al fuego por razones muy variadas (el principio de autoridad o la promoción de la valentía), todas inaceptables.

3) El Gobierno debe informar, no intentar manipular las conciencias. El vender por mil canales (incluyendo el bloqueo de los demás medios) la idea del golpe de Estado y de los golpistas escondidos, es bastante tirada por los cabellos. Lo que sucedió fue un choque de dos trenes descarrilados (el Gobierno y la Policía) y no hubo trama secreta. Aunque confiemos en la investigación de la justicia actuando con libertad (¿serán investigados miembros del Gobierno?)… pero como ya hay presos, me recuerda el escándalo del “hombre del maletín” en Montecristi que resultó un cuento…

4) Detrás de este drama, hay varias facetas de nuestra cultura, ancestrales pero profundizadas en estos años. Primera, el poder personalizado: todo nace y muere en la figura mesiánica que hace, deshace, bendice y resuelve. Segunda, al pedir más y más al Estado, y este ofrecer más y más, lo que sucede es una escalada de demandas interminables. Tercera, la falta de mecanismos institucionales para procesar las demandas y quejas de la sociedad conduce a que cada uno toma en sus manos la ley y los reclamos, e intenta ir al máximo de las reivindicaciones (artículo de Manuel Chiriboga en EL UNIVERSO). Cuarta, el dividir al país entre buenos y malos (la Policía lo replicó el 30 de septiembre).

5) La tecnocracia se olvida de la cultura de la gente cuando, a capa y espada, refunda el país. Para eso va hasta los detalles mínimos como las condecoraciones en las fuerzas del orden o las pasantías en las universidades. Pero ha olvidado que la gente no solo mide números sino sentimientos. No es lo mismo recibir una condecoración y sueldo adicional en una ceremonia especial, que es seguida de felicitaciones y festejos, que incorporar ese “dinerito” en el sueldo mensual. La fiesta, el reconocimiento tienen un valor especial que se intenta desaparecer. Esa es la modernización según la Revolución Ciudadana, que es más “neoliberal” que los neoliberales.

6) Quedan grietas en la Policía y las Fuerzas Armadas. No puede desgraciadamente ser de otra manera, cuando hay muertos de por medio (un gran abrazo a las familias del drama). Y grietas entre ellas y la sociedad. ¿Cómo se subsanarán?

Lo esencial ahora es superar las heridas, para lo cual se requieren cambios de actitud… ¿Cambios?
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