Una nueva promesa para bajar tasa de maternidad adolescente

Sus extremidades delgadas y un vestido ancho con arandeles y encajes que le cubre un poco más abajo de la rodilla hacen que el embarazo de Andrea, nombre protegido de una adolescente de 14 años recién cumplidos el 27 de febrero pasado, pase desapercibido en una sala de la Maternidad Enrique Sotomayor de Guayaquil, donde futuras madres menores de edad hacen terapias.

Con 16 semanas de gestación (cuarto mes de embarazo), Andrea engrosará las estadísticas de madres adolescentes con el nacimiento de su primogénito.

Ella recuerda que accedió iniciar su relación sexual con su pareja, otro adolescente de 15 años, una tarde de noviembre pasado cuando tenía trece años. “Lo hicimos por curiosidad. Creí que no podía quedar embarazada, era mi primera vez”, dice.

A su pareja lo conoció en el colegio Paco Moncayo de esta ciudad. Este embarazo alteró la vida de ambos. El futuro padre consiguió trabajo en una fábrica, pero no tiene un puesto estable. Según Andrea, el trabajo por el que obtiene $ 18 semanales solo es hasta abril próximo. “Quiero estudiar pero no sé si los achaques me den fuerte por el embarazo. En el colegio nunca nos explicaban sobre pastillas (métodos anticonceptivos) para evitar embarazos. Debería haber una clase de eso para no meter la pata”, agrega Andrea, quien dice que su enamorado dejará sus estudios para dedicarse a trabajar.

Realidad que se repite
Historias como la de Andrea se replican en las maternidades Matilde Hidalgo de Procel y Mariana de Jesús de Guayaquil, ambas regentadas por el Ministerio de Salud. Por sus pasillos deambulan decenas de adolescentes embarazadas que a diario acuden solas a las consultas. Otras llegan acompañadas por sus madres o parejas como Estela (nombre protegido), quien a sus 18 años espera su segundo bebé de otra pareja. “El padre de mi primer hijo murió en un accidente de tránsito”, asevera.

Ella estudió hasta el primer año de bachillerato en el colegio a distancia de la Cámara de comercio de Guayaquil. “Mi primer hijo ya tiene dos años, él sí fue sorpresivo, en el centro de salud de la isla Trinitaria me dijeron que era muy joven para usar métodos anticonceptivos, me dio vergüenza, nunca más regresé y ahora espero a mi segundo bebé”, afirma.

El embarazo en adolescentes es un problema latente en el país, pese a los planes anunciados durante el actual Gobierno para reducir su incidencia, según especialistas involucrados con el tema.

En un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) que impulsa el Plan Andino de Prevención del Embarazo en Adolescentes, se indica que Ecuador es el segundo país de Latinoamérica, después de Venezuela, con la más alta tasa de embarazos adolescentes.

Incremento de casos
Los últimos datos nacionales con los que cuenta el país corresponden al censo del 2010 tras el que se determinó que el embarazo en adolescentes menores de 14 años se incrementó en un 74% durante la última década. Mientras que subió en un 9% en las mayores de 15 años.

Este resultado evidencia el incumplimiento de la meta determinada en el Plan Decenal de Desarrollo y en la Agenda Social de la Niñez y Adolescencia 2007-2010, en las que se planteó reducir en un 25% el embarazo en este segmento de la población hasta el 2010.

En un informe del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) se indica que los ministros de Salud de la región andina firmaron, el 30 de marzo de 2007, una resolución en la que se “reconoce las consecuencias del embarazo no planificado en adolescentes como un problema de salud pública dentro de la subregión y se declara como prioritarios los planes para su prevención”.

La ministra de Salud de ese entonces, Caroline Chang, acudió a esa cita en representación del país. Tras esta reunión regional que se hizo en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), Chang dispuso la creación del Comité Interinstitucional de Prevención del Embarazo Adolescente (Cipea) integrado por cuatro ministerios y organizaciones de la sociedad civil involucradas.

Un nuevo plan
Los miembros del Cipea elaboraron el Plan Nacional de Prevención del Embarazo en la Adolescencia que se ejecuta desde el 2008. Pero las acciones emprendidas en este plan, como la entrega de anticonceptivos de forma gratuita a los adolescentes, no lograron reducir el número de embarazos en este segmento de la población.

También se determinó crear servicios especializados para atender a las adolescentes en el sistema público de salud. Frente a esto, las madres consultadas concuerdan que la entrega de anticonceptivos se hace de forma esporádica. “A mí me han dicho que no hay y me toca comprar afuera”, dice Giorgelina Álvarez, quien a sus 19 años, realiza su control en el centro de salud de la isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil, porque espera su segundo bebé.

Amparo Medina, coordinadora de la Red Nacional Pro Vida, refiere que la política pública para enfrentar el problema tiene distorsiones. “La solución no está en entregar gratis los anticonceptivos. Eso ha fallado. Para nosotros hay que educar para que los adolescentes aprendan a esperar”, afirma Medina.

A la política para enfrentar el problema de embarazos adolescentes se añadió un nuevo elemento en el 2010, cuando se dispuso el diseño de la Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar (Enipla) que se culminó en julio del 2011 y que fue replanteada el 23 de febrero pasado por el Gobierno.

En la Enipla se plantean objetivos más austeros como la disminución del 3% del número de embarazos en adolescentes y del 10% del porcentaje de embarazos no planificados hasta el 2015, entre otros objetivos.

El Gobierno ha anunciado que invertirá 29 millones de dólares este año y 28 millones en el 2013 para implementar una serie de acciones. Ello incluye una campaña de difusión bajo el eslogan: “Habla Serio. Sexualidad sin misterios”.

El plan incluye la capacitación de docentes para que impartan clases de Educación Sexual y de profesionales de salud para que mejore la atención que se da a los adolescentes en los centros de salud. También se prevé garantizar la distribución gratuita de métodos anticonceptivos.

Sonia Rodríguez, psicóloga clínica del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), ente que es parte del Cipea, asegura que a la política pública en torno al tema le falta reforzar el carácter preventivo. “Hay que darle información científica a los adolescentes para romper mitos en torno a la sexualidad que se mantienen desde hace décadas, hay que facilitar el acceso a anticonceptivos sin prejuicios”, dice Rodríguez.

Otra de las consecuencias de tener un alto índice de embarazos precoces es el impacto en el desarrollo social de las adolescentes. “Hay un imaginario de que la maternidad es la condición ideal para las mujeres”, acota Rodríguez.

Riesgo mayor de continuar pobreza
A esto se suma el hecho de que un embarazo precoz aumenta la posibilidad de que la madre adolescente replique su condición de pobreza al menos por una generación más, según Miriam Becerra Hungría, directora de Información, Educación y Capacitación de la Asociación Pro Bienestar de la Familia Ecuatoriana (Aprofe). “Son adolescentes que en su mayoría se quedan sin estudiar, por lo que tienen menos probabilidades de acceder a un trabajo mejor remunerado”, dice Becerra.

La falta de educación es otro de los factores que aumentan la posibilidad de que una adolescente quede embarazada, según se determina en el Plan Nacional de Prevención de Embarazos Adolescentes.

En dicho programa se indica que dos de cada tres adolescentes (de 15 a 19 años) pobres y sin educación son madres o están embarazadas por primera vez.

Aunque para Becerra, lo más grave es que los chicos están iniciando su actividad sexual cada vez más temprano. En la encuesta Endemain del 2004 se determinó que los ecuatorianos inician la vida sexual a los 16 años en promedio. Pero Becerra asegura que hay indicios de que en la actualidad, este inicio es mucho más precoz. “He encontrado casos de embarazadas de diez años”, cuenta.

El control de la fecundidad adolescente es otro de los retos, según Matilde Echeverría Pazmiño, obstetriz encargada del programa para las embarazadas menores de edad que se atienden en la Maternidad Enrique Sotomayor.

En los términos de referencia para la contratación de una estrategia de comunicación de la Enipla, se indica como antecedentes que la tasa global de fecundidad en el país es de 3,3 hijos por mujer. Pero se establece que mujeres con ningún nivel de instrucción formal tienen alrededor de seis hijos. Mientras que las mujeres con instrucción superior tienen aproximadamente solo dos hijos.

Una adolescente del sitio las Yucas, del cantón Quinindé (Esmeraldas), es una muestra de esta problemática. Ella espera a su segundo bebé pese a que apenas tiene quince años. Su pareja trabaja como jornalero en una finca. Ella explica que hubiera querido posponer la llegada de los hijos para estudiar.

En el censo del 2010 se estableció que el 37% de mujeres habría querido postergar por más tiempo su embarazo. “Lo ideal sería que las mujeres asuman su sexualidad a partir de los 19 años cuando ya están más preparadas para asumir las consecuencias”, acota Echeverría.

Para este reportaje se requirió entrevistas con funcionarios del Ministerio de Salud, pero la encargada de Comunicación informó que ello no sería posible.


23%
De los partos que se registran corresponden a adolescentes, según el censo del 2010.

61.700
Bebés nacieron de adolescentes que tenían entre 11 y 19 años durante el 2010, según el censo.

17,2%
De las mujeres de entre 15 y 19 años del país tenían bebés o estaban embarazadas en el 2010.

Casos y ofrecimientos: Una meta pospuesta
Compromiso regional
En el Plan Decenal de Desarrollo y en la Agenda Social de la Niñez y Adolescencia 2007-2010, se propone “reducir en un 25% el embarazo adolescente al 2010”, meta que se incumplió pese a que el 30 de marzo de 2007, la ministra de Salud de ese entonces, Caroline Chang, junto a sus pares de los países de la región andina, resolvieron considerar este tema como un problema de salud pública.

Nueva promesa
La Estrategia Nacional Intersectorial de Planificación Familiar (Enipla) plantea entre sus objetivos reducir en un 3% los embarazos en adolescentes hasta el 2015. La ministra Coordinadora de Desarrollo Social, Doris Soliz, lidera la aplicación de esta nueva propuesta.
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