Parece cuento, pero es una realidad

El cuento de doña María y el IESS para muchos es una fábula, para otros una realidad trágica, para usted no lo sé. María, 60 años de edad, pierde su esposo en un asalto hace más de cinco años, se queda con inmensa pena, una casa y la obligación de trabajar para supervivir. Contrata a una persona que le ayude con los quehaceres de la casa, por dos días a la semana por cuatro horas.

El 2 de enero del 2012 su empleada doméstica se cae de un bus, es internada 30 días en cuidados intensivos por un golpe en el cerebro, es atendida en emergencia y el IESS paga la cuenta. Un año después, en enero del 2013, doña María recibe una notificación del IESS, debe cancelar $ 55.000 por las atenciones médicas prestadas a su empleada doméstica. Va a pedir explicaciones, un empleado le dice que la multa es por atraso en el pago de los aportes patronales, siete días en el mes que atendieron a su empleada; que existe la resolución N° C. D. 298 del Consejo Directivo del IESS que dispone que si el patrono se atrasa en el pago de las aportaciones los tres meses antes de la atención o el mes en el que se produjo la atención médica, debe devolver el costo de la prestación desde su inicio, más un 10%. Doña María explica al funcionario que trabaja en una compañía que realiza obras para el Estado y en ese mes se demoraron en pagar a la compañía, razón por la que ella se atrasó, pero cuando fue a pagar le explicaron que por el atraso, el artículo 89 de la Ley del IESS la obliga a pagar la mensualidad acostumbrada y como multa los intereses legales y 4 puntos adicionales; que ya fue sancionada y la Constitución impide que puedan sancionarla dos veces por lo mismo. El funcionario le responde ‘la ley es la ley’.

Doña María impugna la resolución, se la niegan, apela y también le niegan, pues según el IESS la resolución está por encima de la Constitución. Doña María no tiene los $ 55.000 y se inicia el juicio coactivo, se embarga y remata su casa (el valor era $ 40.000) en $ 30.000; sale de su hogar con su hija y dos nietas y una deuda aún de $ 25.000. Se queda sin su hogar, en situación económica lacerante por una resolución abusiva, ilegal. Ahora doña María, desorientada, sancionada, busca dónde vivir, porque no tuvo cómo pagar oportunamente $ 20 que era el valor del aporte patronal; y los asesinos de su esposo aún no son capturados.

Vicente Sarmiento Alvear, doctor en Jurisprudencia, Guayaquil
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