La rana hervida

Hay una parábola muy popular que se utiliza con frecuencia en diferentes ambientes académicos y de formación empresarial en el mundo:

La rana y la olla de agua hirviendo.

Esta cuenta que si ponemos a una rana en una olla con agua hirviendo, la rana de inmediato pega brincos para salir y muy posiblemente lo consigue, salvando su vida.

Pero si la introducimos en una olla con agua a la temperatura ambiente y no la asustamos, se quedará muy cómoda.

Cuando la temperatura del agua de la olla se incremente gradualmente, la rana no reaccionará e incluso, es posible que se sienta más confortable; luego la rana se comienza a aturdir y, finalmente, cuando la temperatura comienza a quemar su cuerpo, ya no está en condiciones de salir de la olla; ya no tiene reacción, ya no puede saltar, morirá en pocos segundos, porque el organismo de la rana está preparado para detectar y reaccionar ante amenazas en relación con cambios repentinos en el medio ambiente, pero NO para cambios graduales y lentos.

Qué pena tener que citar esta parábola, para intentar graficar lo que está sucediéndole a nuestro Ecuador.

Porque lo ocurrido con el presidente del Consejo de la Judicatura, que ha sido destituido por un Juez de primera instancia, 48 horas después de que el Supremo había bajado el dedo en la kermés sabatina, es inaceptable.

Sin embargo, es una raya más al tigre.

¿O en alguna nación medianamente civilizada, se puede explicar que un Tribunal Electoral pueda destituir a la mayoría del Congreso de la República?

Pues recuérdelo, amigo lector, eso ya sucedió hace más de cuatro años.

¿O en alguna sociedad medianamente respetuosa de derechos elementales, se habría producido la grotesca incautación de los medios de comunicación y empresas del grupo Isaías, luego esclavizadas al servicio del amo supremo?

¿Y qué decir de la destitución de la Corte Constitucional, cuyos magistrados fueron perseguidos a palos y agredidos por una turba de agitadores, entre los cuales brillaba uno que hoy, ya bien vestido y con el pelo engominado gracias a la revolución, habla de justicia, de estado de derecho y grita por el supuesto atropello del 30 de septiembre?

¿Cree usted, amigo lector, que en cualquier Estado con medianos estándares democráticos, habría tantos detenidos por “faltarle el respeto a la majestad” como sucede en el Ecuador?

¿Sabe usted que son casi cincuenta los ciudadanos que han aprendido a callar sus críticas al poder a punta de cárcel?

¿Cree usted que en Chile, el presidente Piñera, por ejemplo, o en Brasil, la presidenta Rousseff, demandarían penalmente a los dueños de un Diario, por las expresiones realizadas por un columnista, y pedirían 80 millones de dólares de indemnización y 3 años de cárcel para ellos?

Amigos lectores, esa es la triste historia del Ecuador de los últimos 4 años. Agua a fuego lento; vinieron por el político, vinieron por el juez, vinieron por el empresario, luego por el periodista… ¿Y cuándo le toca a usted?

Nuestra sociedad se está quedando sin reacción, como la rana en la olla de agua.

¡Ecuador, ya basta! Reacciona, antes que sea tarde.
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