Elecciones en Ecuador: El voto útil es lo más importante

Elecciones en Ecuador: El voto útil es lo más importante
Publicado el: 19/02/2017
Este domingo 19 de febrero, para bien o para mal, será un día muy importante en la historia de Ecuador. En sus elecciones presidenciales, los ecuatorianos tienen ocho candidatos para escoger: uno oficialista, bajo la oscura sombrilla de Rafael Correa y Alianza PAIS, y siete en la oposición, con diversos programas y colores, promesas y abolengos, pero todos opuestos al desastroso socialismo del siglo XXI, que es el mayor enemigo de la prosperidad y los derechos humanos no sólo en Ecuador sino en toda la región.

La pregunta cardinal tal vez sería: ¿Votar por una opción encaminada a las libertades y el progreso, o darle la posibilidad al correísmo de corromper aún más la sociedad y sepultar de una vez la democracia? Ante este cuestionamiento, la inmensa mayoría votaría a favor de rescatar la libertad y el progreso, es decir, en contra de Alianza PAIS. Habría que ser demasiado tonto para anhelar otra cosa. Y aunque sin dudas es el primer paso, quizás no sea suficiente.

Después de una década de incontables delitos de corrupción, manipulación mediática, restricciones de varias libertades y un arsenal de chascos económicos, producto de un sistema antidemocrático, a los ecuatorianos no les queda otra opción que salir a votar con todas sus fuerzas y con absoluta consciencia en contra de Lenín Moreno y su compinche Jorge Glas, soldados de la catástrofe comandada por Correa, quien como se sabe es el conductor de esta amañada campaña. Moreno y Glas han sido sus vicepresidentes, y más que seguidores y hombres de confianza son piezas para llegar a una meta: perpetuar el socialismo del siglo XXI, que es lo mismo que decir el absolutismo y la ruina. O como bien lo define, quitándole el disfraz, mi admirado colega Carlos Sánchez Berzaín: dictaduras del socialismo del siglo XXI. Eso es lo que son. Algo que no desean seguir fomentando la inmensa mayoría de los ecuatorianos, aunque se lo quieran imponer desde una maliciosa puesta en escena que dicen es el hermoso resultado de la justicia y la voluntad popular. Grandes mentiras.

No olvidemos que la Asamblea Nacional, de mayoría oficialista, aprobó la reelección indefinida con una legislación transitoria a partir de 2021. Correa termina su tercer mandato en mayo de este año, pero por esta jugarreta seudoconstitucional, podrá regresar a la presidencia, con una elección de por medio, dentro de cuatro años, y ahí sí sembrarse al estilo de los Castro. Una posibilidad que late también detrás del resultado de los comicios del domingo.

Para terminar con los horrores del correísmo, no basta solamente con votar en contra de Alianza PAIS. Los ecuatorianos, tanto los que ya escogieron su candidato como los que aún no han decido por quién votar, deben saber que están ahora mismo en una encrucijada de la cual dependerá el destino del país: ¿Votar por el que más le guste de los siete candidatos opositores, o por quien más votos pueda sumar para derrotar al oficialismo? Es decir, el “voto útil”, como se le llama en éstos casos. No hacerlo sería demasiado peligroso.

Un detalle importante es que en el sistema electoral ecuatoriano no se va a segunda vuelta si un candidato logra el 50% o más de los votos, o el 40% y supera a su inmediato seguidor con al menos 10%. De ahí que ganar en primera vuelta sea la pretensión de Alianza PAIS. Quizás su única posibilidad, puesto que en segunda vuelta no pelearían ya contra siete candidatos sino contra solo uno, que al final se beneficiaría con casi todos los votos de los otros seis. En este escenario, que el oficialismo gane una segunda vuelta es prácticamente imposible.

Dos cosas fundamentales tratará de hacer Alianza PAIS para ganar, o robarse los sufragios, en la primera vuelta. Primero: mantener a la oposición lo más dividida posible. El mismo Correa lo ha dicho: “Que se desangren entre ellos”. Pues lógicamente es mucho más fácil para ellos ganar las elecciones si los votos de la oposición están divididos entre siete candidatos. Así el porcentaje toca a mucho menos para cada uno de los que tiene en su contra. No olvidemos la astucia de la que siempre han servido todos estos regímenes: “divide y vencerás”.

Y segundo: van a legitimar la mayor cantidad de fraudes que sean capaces de ejecutar. Para ello cuentan con todo el aparato gubernamental, incluido el presupuesto estatal para hacer campaña, empresarios corruptos, medios de comunicación prestados a la trampa y otros silenciados con la Ley Mordaza, considerada, junto con las de Cuba y Venezuela, como la peor de Las Américas. Se ha denunciado más de un millón y medio de fallecidos inscritos cuyos votos irán mágicamente al partido del régimen, Alianza PAIS, más la manipulación de los votos nulos o en blanco.

Un fraude grotesco es que el padrón electoral de Ecuador es de casi trece millones, cuando en el país hay dieciséis millones de habitantes. Significa que incluso están inscritos niños de los jardines de infancia. A todo esto hay que sumar los votos de las Fuerzas Armadas, a quienes Correa no ha logrado controlar totalmente como sí han hecho sus homólogos de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y por supuesto Cuba, pero que también irán las urnas. Vale acotar que Correa le ha brindado atención especial a los militares para si no garantizar al menos intentar influir en el voto a favor de su partido.

Ganar la primera vuelta, a como de lugar, es lo que tratará de hacer Alianza PAIS con Rafael Correa a la cabeza y sus dos adeptos, Moreno y Glas, cuya misión no será únicamente defender lo que ha instaurado Correa. El propósito, montados en un cuarto mandato correísta, es gobernar de manera mucho peor y terminar de radicalizar el proceso iniciado por el hijo político de Chávez y los Castro. La meta es Cuba. No otra cosa.

También se elegirán este domingo los representantes al Parlamento Andino y los Asambleístas para el período 2017-2021, y se hará una consulta popular sobre el tema de los funcionarios públicos que tengan cuentas y empresas en paraísos fiscales. Una artimaña del correísmo a partir de la vinculación de su gobierno con el escándalo de los Papeles de Panamá. Detrás de todo lo que hacen estas dictaduras latinoamericanas del siglo XXI, siempre hay una gran estafa.

Otro posible ardid que han manifestado algunos analistas es que Lenín Moreno, al estar en silla de ruedas, producto de un balazo, de pronto pudiera alegar no tener las condiciones físicas para llevar las riendas del país. Así que, si por desgracia ganase las elecciones, es probable que renuncie en un término de seis meses o un año, quedando libre el puesto para su vicepresidente Glas, que no cuenta con mucho apoyo popular y a quien también le persigue la sombra de la corrupción. Si por cualquier pretexto Glas no asume la presidencia y llama a elecciones otra vez, ahí el maquiavélico Correa tendría su mesa servida para presentarse con un mandato de por medio y acceder vestido de mesías al control indefinido del país. No es que Correa cuente con el gran apoyo popular, pero el objetivo de tal maniobra sería conquistar, por una aparente vía democrática, el poder de por vida. El paraíso de cualquier dictador.

Detrás de estas votaciones, bien puede haber una gran conspiración para crear el teatro adecuado y finalmente conseguir la ambición de perpetuidad de Correa a través de la ley. Una ley, por supuesto, patrocinada por él mismo para su beneficio y que terminará enterrando la institucionalidad y la democracia en Ecuador. Ese sería el peor escenario para los ecuatorianos. Y la única manera de evitarlo, vale repetirlo una y mil veces, es salir a votar en masa en contra del correísmo que representan Lenín Moreno y Jorge Glas. Contra ellos deben votar todos los ecuatorianos. Pero, insisto, no por cualquiera sin pensarlo dos veces. Ahí pudiera alojarse el gran error que ojalá no ocurra. No tiene ningún sentido desperdiciar el voto, sino darle utilidad. De eso se trata este domingo en el Ecuador.

Tampoco debemos obviar que de perder Alianza PAIS, Correa y sus cómplices podrían ir a cárcel por su impresionante currículo de corrupción. El Departamento de Justicia de EEUU reveló hace poco que 35.5 millones de dólares fueron entregados por el conglomerado brasileño Odebrecht como sobornos en Ecuador. Y Correa, máximo líder de la corrupción socialista en ese país, estaría entre los principales responsables de este grave delito. Si Alianza PAIS gana, no iría a la cárcel y hasta podría perfectamente regresar al Palacio de Carondelet. Con lo cual hará todo lo posible y lo imposible para que Lenín Moreno gane este domingo.

El oficialismo se empeña en hacerle creer a los ecuatorianos que Alianza PAIS ganará sin problemas las elecciones. Pero no es cierto. No es más que una estratagema para inducir el voto a su favor de los electores indecisos, que se habla del 20%, quizás mucho más, quizás menos. Lo mismo intentó hacer Santos en el referéndum para legitimar las FARC pero los colombianos no se dejaron engañar. Ojala los ecuatorianos tampoco se dejen.

Según los expertos y la mayoría de los encuestadores, el candidato de la oposición que más votos se supone que alcance es Guillermo Lasso. Y por un margen decisivo para extirpar el cáncer del correísmo. Y de eso se trata en estas elecciones. Pues entonces por Lasso deberían votar los ecuatorianos. Tanto los que están indecisos como a los que les gusta un candidato que saben tiene menos posibilidades de ganar. Todos deberían preguntarse: ¿Vale la pena desangrarse entre los siete candidatos opositores, y ser culpables del gravísimo peligro de ayudar a que Alianza PAIS gane, o es mejor salir a votar en masa por el candidato con más posibilidades para derrotar al oficialismo? Ante este peligro, sin dudas Guillermo Lasso, líder de la alianza CREO-SUMA, representa la posibilidad de impedir que la corrupción y el abuso estatal se perpetúen en el Ecuador. Yo no me arriesgaría. El voto útil, sin duda alguna, es lo más importante para salvar el país.


Fuente: Luis Leonel León

* Luis Leonel León es columnista y reportero de DIARIO LAS AMÉRICAS. Nacido en Cuba, se graduó en la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte de La Habana. Como director de cine y televisión ha trabajado en Venezuela, Colombia, Ecuador y otros países de Latinoamérica, Europa y África. Actualmente reside en EEUU, donde escribe y produce para diversos medios de comunicación. Es miembro del Interamericam Institute for Democracy.

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