Constitución de papel

Así las denominó Óscar Efrén Reyes a varias Constituciones del siglo XIX que estaban destinadas a quedar en el papel, pues lo que regía era la voluntad del autócrata, y cuyo objetivo principal era la de conseguir su perpetuación en el poder.

Juan José Flores, luego de haber mandado desde la Independencia, impuso en 1843 la Constitución que le permitiría continuar en el poder, de manera vitalicia, por periodos de ocho años. Se levantó el país en armas y la Junta de Guayaquil dijo que esa Constitución era la Carta de Esclavitud y “que el don inapreciable de la libertad de imprenta ha sido arrebatado con insolencia por leyes bárbaramente absurdas y neciamente atroces o por el indecoroso monopolio de las prensas de la República”.

La Carta Negra de García Moreno, de 1869, le permitía ejercer la presidencia vitalicia por periodos de seis años. Fue asesinado cuando en 1875 asumía un nuevo periodo. Antes que por las leyes gobernó por el terror, y de su carácter impulsivo y colérico, dijo el futuro presidente Antonio Borrero que ya resultaba intolerable la “arbitraria y opresora administración de un Mandatario extraviado”.

El capitán general Ignacio de Veintemilla derrocó a Borrero en 1876, y en 1878 convocó una Asamblea Constituyente que dictó otra “Constitución de papel”. Veintemilla hizo lo que quiso: mandó azotar, aprisionó y desterró a sus adversarios, entre ellos a Montalvo, quien lo destrozó en sus Catilinarias. Al término de su periodo seudoconstitucional quiso continuar como dictador, y un movimiento de Restauración nacional lo derrocó.

He rememorado estos pasajes de la historia constitucional, porque es evidente que la historia se repite: La Constitución de Alianza PAIS, que le otorgó tantos poderes al Ejecutivo, al presidente le ha parecido que la Asamblea se quedó corta, y, repitiendo la teoría garciana de “la insuficiencia de las leyes”, convocó un plebiscito para intervenir –“meter mano”– en la Función Judicial, que hoy maneja a su antojo; y para asegurar su reelección, al estilo floreano, nos ha dictado una ley electoral que muy bien ha sido calificada de “ley mordaza”. El Estado se ha apropiado indebidamente de canales de televisión, de radios, de periódicos; persigue y busca aterrorizar a periodistas; clausura radios; reclama a Estados amigos por conceder asilo político a periodistas nacionales, a la par que justifica el haber dado protección –y probablemente asilo, en breve– a un extranjero, por la hazaña de haber robado documentación de un Estado, que no es de su gusto; la ironía mayor es la de decir que se protege la libertad de expresión.

La historia floreana, garciana y veintemillesca se repite; pero hoy lo hace con métodos modernos, patentados por los dictadores de la ALBA y por los de Libia, Bielorrusia, Siria. En apoyo al amigo dictador de este último país, y con una desproporción a la fuerza militar del Ecuador, el presidente ha declarado: “No vamos a permitir una invasión externa a Siria…”.

Con estos antecedentes, podemos concluir que la próxima elección presidencial será una farsa, y en el futuro habrá más de ese estilo, si nos dejamos, que no lo creo.

Comparte esta noticia en tu:
   

Este artículo se ha leído: 2019 veces.




Tags: Guayaquil guayaquil Alianza pais