En el CDP de Quito hay detenidos que pagan hasta para dormir en el piso

Un callejón de menos de 1,50 metros de ancho alberga a más de 100 internos. Allí, entre los barrotes blancos, los detenidos cuelgan sus cobijas en diferentes niveles de altura para dormir, como si se tratara de hamacas. En el piso, en decenas de colchones delgados de esponja, más personas duermen una al lado de otra.

Es 'El Pasillo'. Así conocen los internos a esta improvisada celda, ubicada dentro de los muros de piedra del Centro de Detención Provisional de Varones de Quito (CDP), que alberga a la mayor parte de los sospechosos sin sentencia de Pichincha. El hacinamiento allí supera el 240%, según las estadísticas del Ministerio de Justicia.

Ese Centro está en el complejo penitenciario del ex penal García Moreno, en San Roque (Centro Histórico). Es para 400 personas, pero, hasta octubre, había 1 368 detenidos y a diario llegan más.

Datos de la Fiscalía arrojan que, en promedio, se ordena la prisión preventiva de siete personas cada día por diversos delitos en flagrancia. A esta cifra, deben sumarse las detenciones por delitos no flagrantes, contravenciones, apremios, juicios de alimentos… Álex (nombre protegido) lleva ocho meses detenido por una presunta tentativa de robo, pese a que el CDP es un centro temporal desde el cual se le debe asignar a una cárcel. Para él, "colgarse entre barrotes es la única forma de descansar, pero aún así falta el oxígeno de noche. A veces, los de las hamacas se caen encima de los otros".

En las otras celdas del CDP, la situación es similar, sin internos colgados. En literas, dos personas duermen en cada una de las camas. El resto, en colchones colocados en el piso, en los pasillos e incluso en el baño, en medio de sus alimentos y sus pertenencias.

Por esta situación incluso, desde junio pasado, se decidió que solo pueda entrar una visita por detenido. Según el Ministerio de Justicia, "en virtud de la limitación del espacio físico del CDP".

Los internos se quejan de que "los colchones son pura esponja, delgaditos. Se siente el piso". Para ingresar a la celda, ellos pagaron USD 25. De acuerdo con la comodidad que quieran durante su estadía en el centro, el precio aumenta: dormir sin compañía en una cama puede llegar a costar USD 400.

"Tener a un familiar aquí cuesta más que hotel cinco estrellas, para que los traten como a perros", asegura entre lágrimas Mariana (nombre protegido). Su esposo fue detenido hace una semana, por un juicio de alimentos.

La mujer llegó el miércoles pasado a los exteriores del CDP para entregar a su marido un documento que debe firmar. Pero ese día es "Día de cultos", es decir que no hay visitas y solo pueden ingresar representantes de religiones.

Por ello, debe acudir a un "pasador", que no es más que un guía penitenciario que le recibe el papel y se lo entrega al hombre en su celda. Una hoja le cuesta USD 0,50.

En el interior del Centro, todo cuesta. No solo se le paga al 'caporal', que es una especie de líder de cada pabellón o piso, que cobra dinero "a cambio de protección", dependiendo del delito por el que esté detenido. Utilizar la cocina o el microondas cuesta USD 0,50. Lo mismo se paga por guardar una funda de comida en la refrigeradora, que está a cargo de un interno.

Pero hay más que pagar. Desde que Justicia, en junio, puso nuevas reglas para el ingreso de visitas con alimentos, "el negocio de los guías se ha vuelto más lucrativo", denuncian internos y familiares.

Ahora está prohibido, por ejemplo, el ingreso de alimentos cocidos o que necesiten ser cocinados, frutas "que puedan fermentar", enlatados, avena, snacks...

Frente a esto, los internos y los familiares acuden a los guías para que les compren lo que necesitan. Por un huevo, que en la tienda cuesta USD 0,14, se paga 0,50 dentro del CDP. Mientras que un pollo, que afuera cuesta entre USD 7 y 8, adentro llega a valer 30.

"Se abusan de que nos morimos del hambre", se lamenta Fernando, detenido por presunta tenencia de un arma de fuego. Lo dice porque el 'rancho' (la comida) en el centro penitenciario es poco, y diariamente, entre 15 y 20 internos se quedan sin comer porque no alcanza. Un funcionario penitenciario que pidió la reserva de su nombre confirmó el hecho y dijo que en ocasiones les sirven a los internos media salchicha con arroz.

"Es terrible, es terrible", respondió ayer a este Diario el ministro de Justicia, Lenin Lara, ante esas afirmaciones sobre los guías penitenciarios. No negó que la comida no alcance para todos los internos. "Sería importante que así nos hagan saber para que el Ministerio pueda tomar acciones al respecto".

Los alimentos para el CDP se preparan en la Cárcel 3, ubicada al lado. El contrato, por más de USD 3 millones anuales, lo maneja la empresa Lafattoria. USD 2,50 diarios se destinan para la comida de cada interno, según el documento.

Pero se los alimenta con menos, como lo denunció un líder de los detenidos. "La comida que nos dan es con USD 2. El resto es para el pago de la cocina, utensilios y mano de obra", asegura el hombre.

Tampoco se respetan los horarios de comida. El almuerzo se sirve primero en la Cárcel 3, por lo que llega al CDP cerca de las 16:00. La merienda, pasadas las 20:00. "El desayuno es café en agua con un pan. Con eso nos debemos aguantar hasta tarde", dice el interno.

Antes de dormir, en cada celda comienza la fila para el baño. En la mañana es igual: primero uno de los dos inodoros y luego, es lo mismo en la única ducha que existe para más de 50 personas. Y así comienza otra vez la rutina diaria.

  • 32 prisiones sobrepobladas

Tres de los 35 centros de rehabilitación social del país no registran hacinamiento. Así reza en la tabla de población carcelaria de la Dirección de Información, Seguimiento y Evaluación del Ministerio de Justicia, al 13 de octubre.

En algunos centros, la situación es crítica. La cárcel de Machala (El Oro), por ejemplo, tenía un hacinamiento del 475%, mientras que la de Vinces (Los Ríos), 463%.
La falta de un espacio adecuado es una de las consecuencias de la sobrepoblación, pero también tiene un impacto sobre la calidad de la nutrición, sanidad, servicios de salud y cuidado de los grupos vulnerables, según el Manual sobre estrategias para reducir el hacinamiento en las cárceles.

El documento, publicado en octubre pasado por la Cruz Roja Internacional y la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (Unodc), dice que “afecta el bienestar físico y mental de los prisioneros, generando tensión y violencia”, y aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades.

El Gobierno busca palear el hacinamiento con la construcción de tres nuevos centros. Lenin Lara, ministro de Justicia, señaló que hasta fines del 2013, se prevé entregar la nueva cárcel de Guayaquil. “En los primeros meses del 2014, está previsto que se entregue el de la Sierra Centro-Norte (Latacunga), y unas semanas después, el de Cuenca”.

Sin embargo, “la solución del hacinamiento no es la construcción de nuevas cárceles”, a criterio de César Duque, de la Comisión Ecuménica de DD.HH. “El problema es que los jueces inician procesos penales por cualquier cosa. Deben hacerlo por verdaderos delitos”.

Las visitas en el Centro

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