Oea es cómplice de dictadores latinoamericanos

La Organización de Estados Americanos OEA, parece encontrarse secuestrada de los compromisos políticos que llevaron a una rápida e inmerecida re postulación de su titular José Miguel Insulza.
Cuando se trata de sancionar actores políticos contrarios a los nuevos amigos de la organización, son rápidos, activos y diligentes. Pero cuando las acciones deben dirigirse en contra de países, estados y gobernantes amigos y socios de Insulza, no solo que se demoran, o no se tramitan, sino que la acción fiscalizadora de la democracia continental de la OEA, sencillamente desaparece.
En los casos de Venezuela y Nicaragua, donde las constantes violaciones a las leyes, orden público y derechos políticos están a la orden del día, Insulza guarda un vergonzoso silencio, y más bien alienta y justifica los desmanes políticos de Ortega y Chávez.
Mientras contra el gobierno de Honduras se quiere practicar un exorcismo, para devolverle su curul en la Asamblea General de la OEA, Insulza contradice la propia carta constitutiva de la organización en su Artículo 9 que dice: Un miembro de la Organización cuyo gobierno democráticamente constituido sea derrocado por la fuerza podrá ser suspendido del ejercicio del derecho de participación en las sesiones de la Asamblea General, de la Reunión de Consulta, de los Consejos de la Organización y de las Conferencias Especializadas, así como de las comisiones, grupos de trabajo y demás cuerpos que se hayan creado. En el caso de Honduras ya hubo elecciones democráticas donde no participo candidato alguno de los golpistas, y fue elegido un nuevo presidente y aun así se le quiere mantener marginado del seno de la organización regional, por expresa presión y solicitud de los países del Alba liderados por Venezuela que era socio principal del depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya.
Insulza demostró en Honduras una brutal incapacidad diplomática, que debió ser asumida bajo el liderazgo de Estados Unidos y Brasil, que pudo poner fin a la crisis que llevo al exilio hacia República Dominicana al depuesto presidente Manuel Zelaya.
Honduras estaría pagando los platos rotos de las incapacidades de Insulza, mientras Daniel Ortega en Nicaragua rompe con el estado de derecho constitucional, sin que ocurra ningún pronunciamiento de Secretario General de la OEA, cómplice y compinche de los dictadores de turno.
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