¿Más impuestos en Quito?

Una pregunta esencial: ¿Qué quisiera usted que haga el Gobierno y cuántos impuestos está dispuesto a pagar? Miremos los gastos. ¿Es sensato construir un metro? Probablemente. ¿Más vías? Sí. ¿Tener parques más bonitos? Es atractivo. ¿Apoyar mejor educación y salud? Sin lugar a dudas. ¿Más recursos para justicia? Claro. ¿Aeropuertos, puertos y otras “necesidades”? Eventual. Y ahora miremos por el lado de los aportes ciudadanos. ¿Es sensato eliminar el subsidio a la gasolina? Probablemente. ¿Que todos paguen impuestos? Claro. ¿Cobrar peajes en las carreteras y vías? Quizás. ¿Y qué más?

Ahora preguntemos: ¿es sensato tener al mismo tiempo todo ese conjunto de gastos y de impuestos o cargas? La respuesta es esencialmente NO. No tiene sentido querer hacer todo y cargarnos con tantos pagos.

La razón es lo que mucha gente dice: ya tenemos demasiadas cargas, no es posible agregar más. El argumento gira alrededor de un concepto esencial de la economía: nada es gratuito (ni lo que parece gratuito), al aportar recursos al fisco estamos automáticamente dejando de hacer algo que teníamos previsto hacer con esos fondos. Una persona dejará de comprarse ropa, otra de viajar, ahorrar en el banco, arreglar su casa o ponerse un negocio. Insistamos: cuando el Gobierno hace algo, automáticamente se deja de hacer otra cosa. La decisión importante en la sociedad es entonces: ¿cuánto queremos de gastos estatales adicionales (más carreteras, metros, parques, educación estatal, etcétera) y cuánto de gasto privado adicional (comprar más ropa, educación privada, poner negocios, crear empleos, etcétera)? En un caso el Gobierno decide cuáles son las necesidades de la gente, en el otro es la propia gente la que decide qué necesita. No se puede hacer lo uno y lo otro al mismo tiempo.

Cada uno tendrá su opinión, pero miremos algunas cifras. El Estado en su conjunto (gobierno central, municipios, etcétera) ya recibe bastantes aportes de los ciudadanos: en el 2010 aproximadamente 7.000 millones del petróleo (cuyos dueños somos nosotros, recordemos) y unos 13.000 millones en otros aportes (impuestos, tasas, prediales, etcétera); al menos 20.000 millones de dólares al año. Esto es mucho dinero, es decir no faltan recursos para hacer muchas obras y ofrecer servicios.

Cada uno tendrá su opinión pero la mía es clara: el Gobierno ya tiene demasiados recursos, y no es posible que estos sigan aumentando (más aún, deberían disminuir). Es inaceptable que para hacer más cosas, el Gobierno quiera cargarnos más impuestos y en Quito en particular se hable de gasolina más cara, peajes adicionales, cargas nuevas en los vehículos, etcétera. Lo que debemos hacer es priorizar lo que se hace con esos fondos. ¿Es más importante el metro de Quito o una carretera en el centro del país? ¿Arreglar los parques o destinar más a la educación? Hay que priorizar por una razón sencilla: usted lo hace todos los días, y no puede cumplir con todos los deseos de su familia (aunque todos los deseos son sensatos, no pueden cumplirse). ¿Por qué el Gobierno no estaría sometido a la misma lógica, priorizar y no cobrarnos más impuestos?
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